Agresión con la firma de la Presidenta

Ayer, la Presidenta de México puso su firma. Su rúbrica pública. Su sello de aprobación. Tras una semana de acoso incesante del régimen contra el equipo de Latinus y contra un servidor, la presidenta remata con un: sí, fui yo.
Ayer se cumplió una semana desde que el Gobierno de Claudia Sheinbaum inició una operación de hostigamiento que usó como campo de batalla la cobertura que realizamos, a ras de tierra, en Los Ángeles, California, con motivo de las manifestaciones contra Trump.
Primero, el régimen envió a sus youtuberos, a sus propagandistas de siempre, que, aunque resultaban absolutamente desconocidos para nosotros, se aparecieron con una misión generosamente remunerada: acosarnos, insultarnos mientras trabajábamos, interrumpirnos durante las transmisiones, hostigarnos. Una provocación con línea directa. Excedidos en la violencia verbal, llegaron literalmente a centímetros de la violencia física. ¿Qué sigue? ¿La agresión física transmitida en vivo para regocijo de la poderosa Presidenta? Esto no había pasado ni en los tiempos más oscuros de López Obrador. Y todo, mientras la Presidenta dice que su movimiento no incita a la violencia y respeta la libertad de expresión.
Segundo: su bien aceitada maquinaria de desinformación empezó a girar. Que si todo fue un montaje. Que si yo no estaba ahí. Que si fingimos los gases lacrimógenos. Que si fue puro teatro. Afortunadamente, todo está documentado. Hemos publicado las imágenes que exhiben al régimen en su guerra sucia: granadas aturdidoras explotando a unos metros de nosotros, el humo de los gases visible, todos en el equipo agachados para evitar las balas de goma, tosiendo por los gases. Incluso el emisario de la 4T que mandaron a insultarnos tenía boca y nariz tapadas por los gases lacrimógenos que, según ellos, nunca existieron.
Ayer esta operación de acoso fue celebrada en Palacio Nacional. Desde la mañanera, Claudia Sheinbaum se mostró complacida. Aplaudió las mentiras vertidas en nuestra contra. Aplaudió los insultos vertidos en nuestra contra. Avaló la campaña de odio. Y con eso, dejó claro que lleva su firma.
Sí, fue ella.
Porque bastaría una sola palabra de la Presidenta para que este ambiente de acoso contra el periodismo independiente y crítico se terminara de golpe. Una palabra. Pero no. Sheinbaum prefiere mostrarse como una reina complacida con la persecución y agresión más personal que nunca, orquestada por los bufones de su corte.
Nosotros nunca hemos insultado a la Presidenta. Nunca hemos mandado gente que la hostigue en sus recorridos. No lo necesitamos. Nuestros cuestionamientos vienen con documentos, videos, grabaciones. Esa es la labor del periodismo. Ni modo de quedarnos callados frente a los fraudes y corruptelas.
Por eso no nos aguanta la Monarca con A, la Reina con A, que lo tiene todo: el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial, la FGR, el SAT, la UIF, el INE, el TEPJF, el Ejército, la Guardia Nacional, casi todas las gubernaturas, 9 billones de pesos de presupuesto y la comparsa de la inmensa mayoría de los medios de comunicación. Tiene el aparato del Estado entero. Pero no le basta. No quiere un resquicio de libertad. Quiere apagar cualquier voz que disienta, diluir cualquier ejercicio de contrapeso. De ese tamaño su autoritarismo.
Pero si ya aguantamos seis años al jefe…
SACIAMORBOS
El Gobierno, hambriento de la reforma a los repartidores de Uber y Rappi. Jugoso pastel de 650 mil nuevos sindicalizados para que el morenista y patrocinador de campañas Pedro Haces se siga haciendo rico.
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