Cartas de lectores: El tren

En una reciente publicación LA GACETA nos informa, en forma tanguera y poética, sobre los trenes: “La vergüenza de haber sido”… y tenido, en la época dorada, la capital tucumana y localidades adyacentes una red ferroviaria única e inigualable, con un diseño tan bien distribuido en un espacio reducido, según la población y urbanización de hace 50 años atrás (hoy ya se duplicó), que a pocas cuadras había un apeadero o estación del Mitre o del Belgrano. Mi padre trabajó 33 años y medio en los Talleres Ferroviarios de Tafí Viejo, los más grandes y modernos de Sudamérica, con una gran capacidad operativa y una producción mensual inigualable de construir 11 coches de pasajeros, 24 vagones de carga, dos locomotoras a vapor y hasta se lo fabricó íntegramente al Tren Presidencial, joya artesanal que devoró el abandono. Yo nací en Villa San Cayetano, a 100 metros de la Estación Mate de Luna, donde tomábamos el tren que nos llevaba hasta el Bajo, o a Villa Muñecas, donde teníamos unos parientes, o a la ciudad de Tafí, o a la provincia de Jujuy, todo por dos pesos. Eran precios muy económicos y en las vacaciones hasta Buenos Aires (Estación Retiro) no parábamos. “Y el dolor de ya no ser”… ni haber alguien con un plumero para sacar el polvo las ideas, los estudios y los proyectos que duermen el sueño eterno; de ese modo, reactivar los trenes en el Gran Tucumán, antes de que se terminen de usurpar sus tierras y de destruir todas sus instalaciones; y sobre todo para que los hermanos del interior y nosotros mismos tengamos un medio de transporte público, eficiente y económico. Hagámoslo entre todos los que tenemos herrumbre, sangre y sudor ferroviario, porque “nadie se salva solo”.
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