Deoleo salva una bola de partido y deja atrás la crisis del aceite de oliva
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Deoleo, la mayor empresa de aceite de oliva bajo marca del mundo (suyas son Carbonell, Koipe, Bertolli, Carapelli, Elosúa y muchas otras), viene, al igual que sus clientes, de pasar una prueba de estrés que ha durado dos años. En este tiempo los precios se han mantenido inusualmente altos por las malas cosechas de aceituna, lo que supuso la huida de parte de sus compradores hacia otros productos, principalmente los aceites de semillas (girasol, maíz, colza y otros). Deoleo pasó de ganar 6 millones en 2022 a perder 34 un año después.
En este tiempo también se levantaron dudas sobre la continuidad de los accionistas principales en la empresa, los fondos Alchemy y CVC, liberados desde el 24 de diciembre de los compromisos de permanencia en el capital que adquirieron en el pasado. Pero en el otoño de 2024 se conocieron varias noticias importantes: tras el anuncio de ventas semestrales, la empresa salió de pérdidas e Ignacio Silva, presidente y hasta septiembre primer ejecutivo, cedía poderes a un nuevo consejero delegado, Cristóbal Valdés, procedente de la conservera Jealsa. Poco después, otro anuncio: Deoleo refinanciaba su deuda, de 160 millones, con la vuelta de JP Morgan como banco tenedor junto a Blackrock. El vencimiento, a cuatro años, da a la compañía otra perspectiva del medio plazo.
Pero lo más importante de todo es que las almazaras han comenzado a llenarse de nuevo. Si en la campaña 2023-2024 la producción aceitera española se limitó a 800.000 toneladas, en la 2024-2025 podría llegar, según estimaciones recogidas por la publicación Olimerca, a 1,4 millones. Los agricultores respiran más tranquilos aunque en el sector temen que se cumpla la teoría del péndulo y los precios terminen siendo anormalmente bajos, con el riesgo de que no cubran ni el coste de producción.
En lo que respecta a Deoleo, el presente tiene mejor cara que el pasado, donde llegó a acumular (en cifras de 2019) una deuda de 572 millones con un resultado de explotación de apenas 15 millones.
Con presencia en 80 países, 27 marcas y 625 profesionales, su facturación rondará (en los próximos días presentará las cifras definitivas de 2024) los 1.000 millones. Retoman su objetivo de ser una multinacional de altura, y no de bolsillo como lamentaba Silva en unas declaraciones recientes. “Carbonell va a cumplir 160 años, Bertolli también, tenemos Sasso, Maestros de Hojiblanca, Koipe… Tenemos acuerdos con más de 80 almazaras auditadas a las que ayudamos a cumplir con los pilares de la sostenibilidad. Damos formación de cómo debe estar la biodiversidad en el olivar, cómo debe ser la cubierta vegetal, cómo debe estar el suelo, pero también de cómo debe ser la gobernanza, fomentamos la incorporación de la mujer…”, describe José Antonio Bonache, director de comunicación de la empresa. A su lado, Enrique Weickert, director financiero del grupo, resume que en estos annus horribilis han demostrado “resiliencia y agilidad”, con un resultado de explotación que no ha bajado de los 30 millones, buscando socios para llegar a acuerdos de abastecimiento —ya que ellos son solo envasadores—. “Ante una menor posibilidad de conseguir aceite de oliva, la única variable para conseguir abastecer era el precio”, repasa. Un precio que se disparó un 130% según los datos del Ministerio de Agricultura. “Algo impensable”, reflexiona.
La caída del consumo de aceite de oliva en España se cifró en el 18% y fue algo menor en Italia (10%) y EE UU (7,5%), un país que se abastece básicamente gracias a la importación. Temieron por si sus marcas iban a ser capaces de aguantar los incrementos o, por el contrario, iban a perder volumen de ventas, clientes y cuota de mercado. También temieron por si su diferencial con otros competidores podría ensancharse, perjudicando su posición competitiva. Sufrieron, pasaron de vender unos 180 millones de litros de aceite a 140 millones; su resultado de explotación descendió, pero a la competencia le pasó lo mismo y fueron capaces de mantener o incluso arañar cuota de mercado (en España crecieron un 2%), manteniendo sus márgenes de beneficio por cada unidad vendida.
La pregunta del millón es cuántos de los compradores a la fuga volverán a elegir el oro verde a partir de ahora. “Va a haber una recuperación en la categoría, pero pensamos que quizá tarde dos años”. En 2026, según sus cálculos, se podrían ver niveles de consumo por países cercanos a los anteriores a la escalada de precios. Weickert toca madera. “Con la subida de la cosecha los precios irán a otro lugar diferente. Todo ha subido, no parece razonable que volvamos a ver la botella de aceite a dos y a tres euros, pero tampoco va a estar a siete, ocho o nueve. Alcanzará un nivel de equilibrio. Los años malos son para aprender, lo hemos hecho con niveles de austeridad y eficiencia mayores”, explica el director financiero.
En este tiempo, abunda, le han trasladado al consumidor la práctica totalidad del aumento de precios de la materia prima y se han sorprendido de lo resilientes que son sus marcas. Unas enseñas en las que no han podido invertir como les gustaría, porque uno de los gastos recortados ha sido el de marketing. “A pesar de eso es impresionante cómo hemos mantenido cuotas de mercado. Eso demuestra que en los países mediterráneos no hemos querido prescindir del rol de aceite de oliva extravirgen, incluso estando a un precio insostenible”. En Deoleo defienden que el aceite de oliva debe tener un precio accesible, “que retribuya a cada componente de la cadena de valor, desde el agricultor, la almazara, el productor, distribuidor. A nadie beneficia tener los niveles de los últimos dos años”.
Barreras comercialesPor si el mercado no diera pocas sorpresas, un conflicto con la justicia italiana por el pago de aranceles podría hacerle un roto de 89 millones a la compañía, aunque confían en terminar ganando el pleito. Además, están las medidas que podría imponer sobre las importaciones la Administración de Trump. “Estamos planteándonos si tiene sentido producir en Estados Unidos. No es la primera vez que tenemos aranceles. Si se establecen habría que ver a qué tipo de productos afecta. Quienes saldrán perjudicados serán los consumidores, a los que un producto saludable se le haría más caro, menos accesible. No gana nadie”.
La empresa ha iniciado una etapa de reflexión sobre su plan estratégico para los próximos años. Buscan oportunidades por explorar: por ejemplo en la India, donde el aceite de oliva se populariza como regalo para frotar el cuerpo de los bebés; o en EE UU, donde pueden aprovechar para incrementar las ventas de otros productos, como vinagres, salsas o aceitunas. En México sus ventas crecen a buen ritmo y en otros países, como Colombia, están introduciendo el uso del aceite de oliva mezclándolo con otros de semillas más consumidos localmente. Sus pulverizadores hacen furor entre los que tienen freidoras de aire. Creen, en suma, que empieza una etapa con viento de cola: nuevo consejero delegado, nueva financiación, el apoyo de los fondos (que han manifestado que no es momento de vender) y unas marcas resistentes.
EL PAÍS