Fernando Salgado Chávez: el operador invisible tras las obras públicas en Baja California

En los círculos empresariales y políticos de Baja California, el nombre de Fernando Salgado Chávez ha dejado de ser un susurro entre pasillos para convertirse en una figura central del debate público. Empresario de origen ensenadense, Salgado ha tejido durante años una red de influencias que, según múltiples fuentes, le permite tener un control casi absoluto sobre la asignación de obras públicas en municipios clave como Tijuana, Rosarito y Ensenada.
Durante la administración del exalcalde Armando Ayala en Ensenada, su papel fue objeto de múltiples señalamientos. Empresarios del sector construcción apuntan a que proyectos importantes eran condicionados por Salgado, quien operaba como un filtro informal que definía qué obras avanzaban… y cuáles no.
Uno de los vínculos más comentados en torno a su figura es la relación que mantiene desde hace más de una década con Ricardo Iván Carpio Sánchez, exfiscal general del Estado. Este nexo se ha fortalecido con la inclusión de Anakaren Sánchez Rodríguez, esposa del exfiscal, como directora financiera de INTL Builders Inc., empresa encabezada por Salgado. Esta firma, de acuerdo con registros, adquirió recientemente una propiedad de alto valor en Rancho Santa Fe, lo que ha levantado serias dudas sobre el origen y la transparencia de esos recursos.
La influencia de Salgado Chávez no se limita a Ensenada. En Tijuana, desarrolladores afirman que opera una estructura paralela al poder municipal, con influencia directa sobre funcionarios de alto nivel, incluyendo a titulares de Desarrollo Urbano, Economía, IMPLAN, Oficialía Mayor y Obras Públicas. Todos ellos, según testimonios, responderían más a las directrices del empresario que al alcalde en funciones, Ismael Burgueño Ruiz.
Este presunto esquema de control ha provocado la paralización de diversos proyectos de inversión que no se alinean a acuerdos extraoficiales. Como resultado, varias iniciativas clave se encuentran detenidas, mientras inversionistas optan por esperar un cambio en el gobierno local para reactivar sus planes.
Algunos sectores incluso fantasean con un escenario diferente: que si Erik “El Terrible” Morales hubiese ganado la elección a la presidencia municipal, la administración actual sería menos susceptible a este tipo de influencias externas.
La gran incógnita ahora es si estas denuncias públicas marcarán un punto de inflexión en la política municipal bajacaliforniana o si la sombra de Fernando Salgado Chávez continuará proyectándose sobre las decisiones públicas. Lo que antes se susurraba en privado, hoy se discute abiertamente: el poder informal ha dejado huella visible en el desarrollo de Baja California.
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