Caminar, correr o esquiar sin cansarse... los exoesqueletos se están volviendo accesibles al público general.


Reservados durante mucho tiempo para la industria o el ámbito médico, los exoesqueletos se están integrando ahora en la vida cotidiana del público en general. Estos dispositivos, que facilitan el movimiento y alivian la tensión articular, se están incorporando al senderismo, el running e incluso el esquí.
Diseñado como "asistencia eléctrica para las piernas", el exoesqueleto Hypershell es un armazón de fibra de carbono que rodea los muslos y las pantorrillas. Equipado con motores, apoya y refuerza la acción de los músculos y las articulaciones. El resultado: una sensación de potencia casi un 40 % superior. El usuario puede caminar más rápido, durante más tiempo y con menos esfuerzo, especialmente en subidas y bajadas. Al igual que en una bicicleta eléctrica, la asistencia es ajustable, desde el 25 % para una asistencia ligera hasta el 100 % para una propulsión real. El dispositivo también puede centrar su apoyo en una sola pierna en caso de debilidad muscular o, por el contrario, utilizarse en modo fitness, añadiendo resistencia a los movimientos.
El Hypershell tiene una autonomía de aproximadamente 17 kilómetros y pesa casi 3 kilos. Su precio oscila entre los 1.000 y los 1.700 euros, dependiendo de la potencia y los materiales utilizados.
El dispositivo también permite correr, reduciendo la fatiga. Sin embargo, la zancada sigue siendo mecánica y poco fluida, lo que limita las velocidades máximas. Otros prototipos, desarrollados por investigadores coreanos, se centran específicamente en el rendimiento: durante pruebas de 200 metros, los corredores aficionados ganaron un segundo de media gracias a la asistencia.
En competición, su uso está estrictamente prohibido, pero los especialistas ya imaginan sus beneficios para el entrenamiento, al repetir movimientos sin forzar demasiado los músculos y tendones, o incluso para permitir a los aficionados seguir practicando a pesar de tener articulaciones frágiles.
El uso de exoesqueletos también se ha generalizado en el esquí. El Ski Mojo, un armazón mecánico que se fija a las piernas y se conecta a las botas, ya cuenta con más de 20.000 usuarios en Francia. Gracias a un sistema de muelles, absorbe parte del impacto y reduce la presión vertical sobre las rodillas en aproximadamente 15 kilos por pierna.
Diseñado tanto para esquiadores con dolor como para atletas que buscan mejorar su resistencia, el dispositivo permite esquiar durante más tiempo sin fatiga excesiva. Esta práctica incluso ha dado lugar a una nueva disciplina: el «esquí aumentado», que ya cuenta con su propio campeonato mundial.
RMC