Antiélite, antiecologista… Alexandre Jardin, agitador de la ira francesa

No se dejen engañar por su apariencia tranquila y veraniega, con pantalones y mocasines blancos, ni por su bronceado impecable. El 29 de agosto, Alexandre Jardin llega a la estación de Châlons-en-Champagne, en el Marne, a toda velocidad, decidido a contarles sus obsesiones sin perder tiempo en relatar sus vacaciones. El novelista está seguro: la «revuelta », el «caos» y la «guerra» están a punto de azotar Francia. Una guerra del pueblo contra las élites, de los «mendigos» contra sus señores, esos funcionarios electos y ministros atrincherados en sus «palacios» y controlados por los «poderes del dinero» . Hombres y mujeres que sufren una «crisis de desconexión », más preocupados por «costrar» el pan del pueblo francés que por distribuírselo.
El escritor de 60 años está tan entusiasmado como un autor que ha redescubierto su inspiración. La abolición de las zonas de bajas emisiones (ZBE) por parte de la Asamblea Nacional en junio, que prohibía la circulación de los vehículos más contaminantes en las grandes ciudades —un duro revés para la causa ambiental—, es en parte suya. Durante seis meses, contribuyó a visibilizar el problema con numerosas intervenciones en los medios y agitación en redes sociales, donde su hashtag #gueux —una fórmula irónica para destacar el desprecio que supuestamente reciben los provincianos— prosperó. También publicó un pequeño libro sobre ello, del que se vendieron 20.000 ejemplares ( Les #Gueux, Michel Lafon, 2025).
Alexandre Jardin se siente ahora investido de un nuevo rol: el de portavoz de los habitantes desfavorecidos de suburbios o provincias, indignados por París y por este "juego de ricos" que supuestamente es la ecología. Ya no es el fenómeno literario de los años 80 y 90, que exhibía su romántica melena y su sonrisa de niño bueno en televisión, y cuyas castas historias de amor ( Le Zèbre , Fanfan ) podían vender hasta 900.000 ejemplares, antes de ser adaptadas al cine con las estrellas de la época, como Thierry Lhermitte o Sophie Marceau. Este personaje desapareció al mismo tiempo que el siglo XX.
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Le Monde