Las condiciones económicas de Ucrania han llegado: la factura ha llegado
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Al repugnante hombre de negocios que habita la mente de Donald Trump hay que reconocerle una aclaración involuntaria: está limpiando el terreno de las trivializaciones geopolíticas que han dominado el debate sobre la guerra. Y deja claro que la paz se decide en función de los intereses capitalistas en juego y no sólo trazando la línea fronteriza de la nueva Ucrania rusificada.
Lo habíamos dicho en tiempos no sospechosos: la principal mesa de negociación será la que establecerá las condiciones económicas para la paz. Parece que hemos llegado allí. Y lamentablemente, como era de esperar, no es la mesa que esperábamos ver. El caso del acaparamiento de tierras raras en Ucrania es indicativo. Como informó ayer Il Manifesto, Zelensky gritó hasta el final para reiterar que no firmaría ningún pagaré a sus aliados para obtener armas. Cierto o falso, ahora es una vox clamantis in deserto.
La grotesca escena en la Casa Blanca entre Macron y Trump lo demuestra. El estadounidense afirma que las tierras raras se le deben porque la ayuda de Estados Unidos a Ucrania, a diferencia de la europea, no estaba cubierta por garantías. El francés le interrumpe diciendo que la UE no quiere tomar medidas contra Ucrania, sino sólo contra los fondos rusos congelados en las cuentas bancarias europeas. Una hipótesis pretenciosa, un poco como si a Francia, vencedora de la Primera Guerra Mundial, se le hubiera pedido que pagara las deudas de la Alemania derrotada.
LA VERDAD del acuerdo es que juntos exprimirán a Ucrania durante las próximas décadas para recuperar su gasto militar. En cualquier caso, la usurpación de la Ucrania derrotada es una cuestión dramáticamente secundaria. El portavoz de Putin, Dmitry Peskov, reiteró una vez más que aún queda mucho trabajo por hacer para normalizar las relaciones entre Washington y Moscú, especialmente en términos de acuerdos de cooperación comercial y financiera.
El objetivo del Kremlin es el mismo de siempre: acabar con el proteccionismo hipócrita de las llamadas "sanciones" y abrir nuevamente los mercados estadounidenses y occidentales a los negocios con Rusia.
Una propuesta que, como se sabe, Moscú está llevando adelante en total armonía con Pekín. No es casualidad que durante semanas el gobierno chino haya insistido en interpretar el atisbo de paz en Ucrania como una oportunidad para abrir negociaciones económicas multilaterales. Lo que estaba en juego era reabrir Estados Unidos y Occidente al libre intercambio de bienes y capital con sus “enemigos” orientales.
Trump está aterrorizado ante tal perspectiva. Su administración también estaría dispuesta a enviar al infierno a Ucrania, a los países bálticos y a toda la frontera europea de la OTAN. Lo esencial es que el muro proteccionista estadounidense siga en pie. Esta es, de hecho, la única condición para mantener bajo control una deuda estadounidense, tanto pública como privada, que de otro modo sería inmanejable hacia países extranjeros.
ES POR ESO que la presidencia de Estados Unidos está tratando de mantener a los chinos lo más lejos posible de los acuerdos de paz. La esperanza estadounidense es convencer a Putin de iniciar una negociación bilateral basada únicamente en la apertura al capital ruso. Se trata de un intento de revivir el viejo principio nixoniano de “dividir y vencer” para separar los destinos de Rusia de los del gigante chino. El problema es que hoy en día resulta difícil desenredar el enredo económico entre Rusia y China.
En los últimos años, las exportaciones chinas a la economía rusa se han más que duplicado, pasando de 50 mil millones de dólares en 2018 a más de 100 mil millones en la actualidad. “China y Rusia no pueden separarse”: la advertencia que Xi lanzó al mundo hace unos días se basa en argumentos económicos bastante sólidos. Si Rusia sigue firmemente atada a China, la Casa Blanca tendrá que buscar otras vías. Una de ellas es que Estados Unidos decida descargar el arma proteccionista enteramente sobre los hombros de los viejos aliados de la UE.
TRUMP PODRÍA amenazarnos: "Queridos europeos, o pagáis nuestras deudas o a partir de ahora sólo haremos negocios con enemigos". Es el “apoyo a los amigos” de Biden el que bajo Trump se revierte y se convierte en “apoyo a los no amigos”. Otra sorprendente paradoja de una paz capitalista muy precaria.
ilmanifesto