La singularidad tecnológica está cerca: ¿estamos listos para la IA?

Hace apenas unos años, la idea de que una inteligencia artificial superara al ser humano era cosa de películas. Hoy, expertos como Sam Altman y Ray Kurzweil afirman que podríamos alcanzar ese punto —la singularidad tecnológica— antes de 2030. Sistemas como ChatGPT, que ya potencian la productividad de millones, están marcando un ritmo que muchos consideran irreversible.
El término “singularidad” fue popularizado por el científico Vernor Vinge, y describe el momento en que la IA se vuelve tan avanzada que escapa a la comprensión y control humanos. No es solo una mejora tecnológica: es un cambio de paradigma. Según Forbes, podría generar soluciones masivas en medicina y energía, pero también provocar crisis sociales y éticas si no se gestiona con cuidado.
La empresa Translated desarrolló una métrica conocida como Time To Edit (TTE), que calcula cuánto tarda un humano en corregir traducciones de IA. El tiempo ha bajado de 3,5 a 2 segundos por palabra en una década. A este ritmo, los sistemas igualarán o superarán a los humanos en tareas cognitivas complejas antes de 2030.
Marco Trombetti, CEO de Translated, lo resume así: “Cada día no se nota el cambio. Pero al mirar atrás, la transformación es clara”.
1. Relinquishing agency: Ya cedemos decisiones a asistentes virtuales.2. Cognición emergente: La IA empieza a tener iniciativa.3. Velocidad cognitiva exponencial: Llega la AGI, más inteligente que cualquier humano.4. El umbral: El ser humano deja de ser la especie más inteligente del planeta.
La singularidad podría generar una superabundancia de recursos, multiplicar la productividad y resolver desafíos globales. Pero también podría acentuar desigualdades, eliminar empleos tradicionales y transformar los lazos sociales. La clave estará en cómo se regule y distribuya el acceso a esta nueva forma de inteligencia.
Sam Altman lo dice claro: “Una mínima desalineación multiplicada por millones puede causar daño masivo”. Si los algoritmos actuales ya afectan nuestra atención y emociones, ¿qué podría pasar con sistemas más inteligentes que nosotros? La ética de la IA se vuelve tan importante como su arquitectura.
El camino hacia la singularidad no es inevitable ni automático. Depende de decisiones humanas, marcos legales y una conversación global. Prepararse implica más que desarrollar tecnología: implica preguntarse qué significa ser humano en un mundo donde la inteligencia ya no es un monopolio biológico.
La Verdad Yucatán