Dendrólogo: se deberían plantar unos 2 mil árboles jóvenes para sustituir a las hayas centenarias

En la naturaleza, no todo se puede predecir. En el caso de los árboles viejos, no todos los defectos son visibles, y estos solo se hacen evidentes, por ejemplo, durante condiciones climáticas extremas, explicó el dendrólogo Wojciech Durlak a PAP. Para reemplazar un haya centenaria, habría que plantar unos 2000 árboles jóvenes, añadió.
Hace una semana, una rama rota cayó en el barranco de Korzeniowy Dół, en Kazimierz Dolny (provincia de Lublin), durante una excursión escolar desde Varsovia. Diez personas fueron trasladadas al hospital, entre ellas nueve estudiantes de entre 11 y 12 años. Tras prestar primeros auxilios, siete personas fueron dadas de alta. La fiscalía está investigando el asunto. El municipio asegura que la inspección de los árboles se realizó de forma continua. El barranco permanecerá cerrado hasta nuevo aviso.
El Dr. Ingeniero Civil Wojciech Durlak, de la Facultad de Horticultura y Arquitectura del Paisaje de la Universidad de Ciencias de la Vida de Lublin, señaló que en la naturaleza, incluso a pesar del monitoreo, no todo es predecible. Como señaló, especialmente en el caso de los árboles viejos, no todos los defectos son visibles, y algunos defectos solo pueden hacerse evidentes, por ejemplo, durante condiciones climáticas extremas.
Señaló que los barrancos se caracterizan por sus fuertes pendientes, y que los árboles suelen inclinarse hacia el fondo, por lo que sus raíces no están bien ancladas al suelo. Además, en la región de Lublin predominan los barrancos de loess, donde el suelo se erosiona fácilmente. «Sin embargo, los árboles se adaptan a condiciones difíciles, por ejemplo, desarrollando raíces de anclaje más fuertes en la dirección opuesta que los árboles expuestos a la intemperie», añadió.
El experto enfatizó que los trabajos de mantenimiento deben ser prioritarios en casos de detectar irregularidades, tales como: alteración de la estática, que produce inestabilidad en el árbol; así como muerte significativa de ramas, que puede ser causada, entre otras, por diversos tipos de roturas de ramas y extremidades, asimetría de copa, defectos del tronco, enfermedades infecciosas o mal anclaje al suelo.
Al preguntarle sobre los métodos de cuidado de los árboles, comenzó con la reducción de copa, que puede realizarse para aliviar la carga y mejorar su forma. Cabe recordar que, según la normativa vigente, eliminar más del 30 % de la copa de un árbol vivo se considera daño, y más del 50 % ya constituye su destrucción. Señaló que no todas las especies se regeneran bien después de la tala.
Por ejemplo, los sauces, álamos y tilos suelen tolerar bien estos tratamientos, mientras que el carpe y el haya son especies con poca capacidad de regeneración y cicatrización tras cortes radicales, debido a sus características fisiológicas. En principio, en la mayoría de los casos, los cortes de ramas deben limitarse a un grosor no superior a 5 cm, ya que, de lo contrario, tardarán más en regenerarse, especificó el dendrólogo.
Ante el riesgo de rotura del tronco o de una rama, además de los procedimientos de alivio, se utilizan diversos tipos de amarres de cuerda, estáticos o dinámicos, según explicó, para sujetar las ramas o troncos mal desarrollados. En situaciones extremas, cuando los amarres de cuerda no funcionan, se pueden utilizar amarres de perforación, que fijan el árbol rígidamente con tornillos.
La naturaleza es impredecible. A veces tenemos un árbol podrido por dentro, con una pared de tejido vivo delgada, pero bajo, con una copa ancha, así que no ocurre nada alarmante. Y, por otro lado, hay un árbol con daños menores en el interior del tronco, pero con ramas muy podadas y un centro de gravedad elevado, y entonces suele romperse. Esto es lo contrario de lo que sospecharíamos; no hay una regla; es biología y física», evaluó el experto.
Según él, no es necesario cerrar los barrancos por razones de seguridad. Basta con hacerlo solo durante las labores de mantenimiento. Señaló que tras cada accidente de este tipo, como el del barranco de Kazimierz, se oye hablar de la tala de árboles. En su opinión, esta es una de las soluciones más sencillas en situaciones de crisis, pero si talamos los árboles, dejará de ser un barranco. "La tala es impensable. Para que los nuevos árboles plantados en su lugar logren el mismo efecto que los antiguos, tenemos que esperar prácticamente una generación entera; no merece la pena", evaluó.
Añadió que los árboles ubicados en las laderas de los barrancos también protegen el suelo de la erosión, ya que sus raíces ralentizan el flujo del agua de lluvia y de deshielo. Como señaló, los barrancos de loess constituyen un patrimonio único de la región de Lublin, por lo que, en su opinión, conviene proteger estas áreas naturales y garantizar su seguridad mediante una estricta vigilancia.
Durlak enfatizó que un árbol adulto con un metro cuadrado de superficie foliar libera entre 0,5 y 1 kg de oxígeno puro a la atmósfera durante la temporada de crecimiento. Una hectárea de bosque produce unos 700 kilogramos de oxígeno en 24 horas, y un pino adulto de 60 años produce oxígeno para tres personas.
Talando árboles adultos y plantando árboles jóvenes, no conseguiremos el mismo efecto que los árboles viejos. Por ejemplo, para sustituir un haya centenaria, sería necesario plantar unos 2.000 árboles jóvenes con un volumen de copa de un metro cúbico cada uno. Según se calculó en Alemania, el coste de tal proyecto ascendería a unos 150.000 euros. Mucha gente piensa que el problema de la tala se puede resolver con dos o tres nuevas plantaciones, pero no es así; debemos abordar este problema a largo plazo», señaló el dendrólogo. (PAP)
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