COMENTARIO - Planta de energía nuclear en la Luna: Estados Unidos subraya su reivindicación espacial


Para los observadores externos, no es fácil discernir las prioridades de Estados Unidos en materia de vuelos espaciales tripulados. El presidente estadounidense, Donald Trump, ha insinuado que no le entusiasma regresar a la Luna. Preferiría ver la bandera estadounidense izada en Marte. Pero eso no significa que la Luna sea una causa perdida.
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Según un informe del periódico estadounidense Politico, el director interino de la NASA, Sean Duffy, ha emitido una directiva para acelerar la construcción de un reactor nuclear en la Luna. El minirreactor, con una potencia eléctrica de 100 kilovatios (suficiente para abastecer a unos 200 hogares en la Tierra), se desplegará en la Luna en 2030 para suministrar electricidad a un futuro asentamiento allí. Los planes anteriores de la NASA preveían una fecha posterior.
Los viajes espaciales tripulados son una prioridad absoluta en Estados Unidos.La directiva es notable por varias razones. En primer lugar, subraya que los vuelos espaciales tripulados están en gran medida exentos de las medidas de austeridad del gobierno estadounidense. En cambio, los recortes deberían aplicarse a las misiones científicas. En segundo lugar, refleja la evaluación realista de que no hay forma de evitar la Luna, al menos a mediano plazo.
Sobre todo, la directiva es una señal del compromiso del gobierno estadounidense de hacer todo lo posible para mantenerse a la vanguardia de la carrera espacial. La directiva expresa el temor de que Rusia y China puedan llevar un reactor nuclear a la Luna para mediados de la década de 2030 y declarar la zona circundante como zona restringida. El gobierno estadounidense está decidido a prevenir esto. Las zonas aptas para la futura colonización lunar son escasas. Se concentran alrededor del polo sur lunar, donde se espera encontrar hielo en cráteres profundos.
No sería sorprendente que Estados Unidos, por su parte, declarara el área alrededor del reactor estadounidense como zona de seguridad. Esta posibilidad se menciona explícitamente en los Acuerdos Artemis . Este acuerdo establece las normas que Estados Unidos y sus socios pretenden seguir en la exploración y el desarrollo de la Luna.
Se afirma que las zonas de seguridad deben prevenir "perturbaciones perjudiciales". Independientemente de la interpretación que se dé a este término ambiguo, un reactor nuclear probablemente justifique una zona de seguridad más amplia que una simple vivienda. Según la lógica de "primero en llegar, primero en ser atendido", tiene todo el sentido llevar primero un reactor nuclear a la Luna y solo entonces comenzar a construir un asentamiento.
Las grandes potencias están desarrollando una política de poder en la LunaLo que está sucediendo actualmente dista mucho del ideal de que el espacio sea un bien común y de libre acceso para todos. En cambio, Estados Unidos y China intentan reclamar derechos sobre la Luna, creando así un hecho consumado. Lo que persiguen es pura política de poder, que solo puede ocultarse inadecuadamente tras el manto del uso civil.
Esto puede ser lamentable. Pero, por desgracia, casi no hay manera de contrarrestarlo. Si bien todas las naciones con programas espaciales están comprometidas con el Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967, este no solo está obsoleto, sino que también está redactado de forma imprecisa. En consecuencia, las principales naciones con programas espaciales lo interpretan a su antojo.
Es poco probable que esto cambie mucho en el futuro. Esperar un nuevo tratado espacial es ilusorio. Estados Unidos, China y Rusia no tienen ningún interés en verse limitados en lo que respecta a la exploración espacial. Sus intereses económicos y geopolíticos son demasiado grandes para eso. Preferirían aceptar una carrera en la que las cuestiones sobre la seguridad o la protección de la Luna inevitablemente queden relegadas. Pero ninguna autoridad podría cambiar eso. Estas no son buenas condiciones para la exploración y el uso de la Luna en beneficio de todos.
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