El furor por la IA despega: los gigantes tecnológicos compiten por construir fábricas de IA en el espacio.

La inteligencia artificial consume enormes cantidades de electricidad. Un solo centro de datos de IA de Microsoft, cuya puesta en marcha está prevista para 2026, consumirá aproximadamente la mitad de la electricidad que consume la ciudad de Zúrich. Y estas «fábricas de IA» se están construyendo a un ritmo vertiginoso. El auge de la IA se nutre del creciente poder de cómputo. 800 millones de personas utilizan ChatGPT cada semana. Millones más experimentan con aplicaciones de vídeo basadas en IA. Y recientemente, los navegadores web también se han basado en IA. Los servidores de las empresas de IA funcionan a temperaturas cada vez más altas.
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OpenAI planea invertir más de un billón de dólares en la construcción de nuevos centros de datos en los próximos años. Meta, Amazon, Google y XAI de Elon Musk también se han sumado a la fiebre de los centros de datos. Algunos expertos se preguntan de dónde provendrá tanta electricidad para estas extensas granjas de servidores.
Empresas tecnológicas codiciosas: Los «hiperescaladores»
Los gigantes tecnológicos están planeando una expansión sin precedentes de su infraestructura de TI para gestionar la ingente cantidad de datos generados por sus servicios de IA.
Jeff Bezos cree que, dentro de diez o veinte años, las fábricas de IA se construirán no en la Tierra, sino en el espacio. Sam Altman, director de OpenAI, también comparte esta visión. Eric Schmidt, ex CEO e inversor de Google, adquirió una empresa emergente de cohetes para lanzar supercomputadoras de IA al espacio. Y Elon Musk, con SpaceX, también aspira a construir centros de datos orbitales.
Sin embargo, algunos expertos dudan de que se agote la electricidad en la Tierra para los centros de datos de IA; otros depositan sus esperanzas en la energía nuclear. Otros, en cambio, cuestionan fundamentalmente la utilidad de la IA y, por lo tanto, su éxito comercial. Los optimistas de la IA, por otro lado, creen que el auge de esta tecnología es imparable. A largo plazo, argumentan, será prácticamente imposible evitar el uso de energía solar de bajo costo en el espacio para este fin.
Entre quienes predicen un aumento explosivo en la demanda de electricidad debido a la IA se encuentra Philip Johnston, director ejecutivo de la startup Starcloud. «Solo en los próximos tres años, la IA requerirá la energía equivalente a la de diez nuevas centrales nucleares», afirma. La rápida expansión de los centros de datos ya está provocando un aumento significativo en los precios de la electricidad en Estados Unidos.
El auge de la IA está alcanzando dimensiones astronómicas.
La empresa emergente de Johnston, Starcloud, planea construir un centro de datos orbital con una enorme planta de energía solar para alrededor de 2035. Serán necesarios varios lanzamientos de cohetes para transportar todos los servidores y los paneles solares requeridos al espacio. También se lanzarán robots al espacio para ensamblar el centro de datos en órbita y realizar reparaciones.
Se prevé que el centro de datos extraterrestre requiera 5 gigavatios de electricidad. Eso equivale a la producción de cinco centrales nucleares comerciales.
Dado que se alimentarán con energía solar, los satélites deben apuntar permanentemente hacia el sol. La órbita elegida está diseñada para garantizar que los satélites nunca entren en la sombra de la Tierra.
Refrigerar los ordenadores podría ser problemático. Los procesadores de IA generan mucho calor. Y en el espacio, al no haber aire que disipe parte del calor de los chips calientes en la Tierra, la refrigeración en órbita depende exclusivamente de la radiación térmica. Para maximizarla, el centro de datos necesita un radiador de gran tamaño —similar a una resistencia— que irradie el exceso de calor al entorno sin aire.
Según Johnston, Starcloud planea construir el radiador espacial más grande con diferencia. Este radiador será diez veces más ligero y cien veces más barato que el mejor radiador disponible con la misma capacidad de refrigeración. Johnston se negó a revelar más detalles técnicos, alegando que constituyen el secreto comercial principal de Starcloud.
Una pregunta aún sin respuesta es si los procesadores pueden soportar la radiación en el espacio. En la Tierra, la atmósfera y el campo magnético de nuestro planeta ofrecen protección natural. Pero en el espacio, este escudo desaparece. La radiación puede dañar los componentes electrónicos y provocar la pérdida de la información almacenada. Starcloud planea probar la resistencia a la radiación de sus procesadores de IA con un satélite de prueba llamado Starcloud-1.
Se lanza un satélite de prueba con Mini-GPT
El 2 de noviembre, un cohete de SpaceX lanzó Starcloud-1 a una órbita a 350 kilómetros de la Tierra. Este satélite de prueba de 60 kilogramos, aproximadamente del tamaño de un refrigerador pequeño, incorpora un procesador Nvidia H-100. Cientos de miles de chips de este tipo siguen siendo utilizados por empresas como OpenAI para desarrollar los chatbots de IA más recientes en centros de datos terrestres. El único chip de Starcloud-1 será suficiente para ejecutar un pequeño modelo de IA llamado Mini-GPT.
En octubre de 2026, está previsto que el primer satélite comercial de la startup, Starcloud-2, entre en órbita. Consumirá 7 kilovatios de energía, que serán suministrados por un sistema fotovoltaico de 80 metros cuadrados. Johnston afirma que Starcloud-2 proporcionará capacidad informática a los satélites militares estadounidenses. El ejército está dispuesto a pagar precios más altos por estos servicios que los clientes comerciales, según el director ejecutivo de Starcloud. Johnston prevé que Starcloud-2, por sí solo, generará más ingresos que los costes de diseño, construcción y lanzamiento del propio satélite.
Johnston y su equipo también deben encontrar soluciones al problema de la basura espacial. Proteger los centros de datos de Starcloud, con sus gigantescos paneles solares, de las colisiones con restos de satélites fuera de servicio no será tarea fácil. Especialmente a altitudes entre 400 y 800 kilómetros sobre la Tierra, satélites como los de Starlink ocupan cada vez más espacio. Por lo tanto, Starcloud planea orbitar sus satélites a una altitud de alrededor de 1300 kilómetros sobre la Tierra a largo plazo, donde el riesgo de colisión es significativamente menor. Esto resultaría en retrasos ligeramente mayores en la transmisión de datos a la Tierra en comparación con la órbita más baja de Starcloud-1. Johnston afirma que, incluso así, la transferencia de datos sería lo suficientemente rápida para el uso de la IA.
Consumo de recursos y costos
Starcloud apuesta a que el lanzamiento de satélites al espacio se abaratará significativamente con el tiempo. Actualmente, lanzar un satélite al espacio cuesta varios miles de dólares por kilogramo. Sin embargo, según Johnston, un centro de datos orbital solo será rentable cuando el precio del lanzamiento se reduzca a 500 dólares por kilogramo de carga útil. Johnston espera que Starship, el nuevo cohete de SpaceX, consiga reducir estos costes.
Un estudio realizado el año pasado por la empresa aeroespacial francesa Thales Alenia analizó el impacto ambiental de los centros de datos orbitales. Según el estudio, los servidores orbitales serían beneficiosos para el medio ambiente, siempre que las emisiones de los propios cohetes se reduzcan diez veces. Los autores del estudio prevén que Europa podría construir y operar un centro de datos climáticamente neutro en órbita para 2050.
La carrera internacional hacia la nube espacial
Los planes de Starcloud parecen sacados de la ciencia ficción. La abundancia de energía solar por encima de la atmósfera terrestre es, sin duda, un argumento convincente. Pero operar centros de datos en el espacio probablemente sería mucho más difícil que en la Tierra. Sin embargo, Philip Johnston y sus colegas no son los únicos que creen en esta visión.
La empresa espacial china Adaspace lanzó en mayo doce satélites equipados con procesadores de IA al espacio. El objetivo es crear, con el tiempo, una gigantesca red de centros de datos compuesta por 2.800 satélites.
La startup Madari Space, con sede en Abu Dabi, planea lanzar un centro de datos orbital para finales de 2026. Sin embargo, el enfoque principal de Madari no reside en los chatbots de IA, sino en el procesamiento de datos procedentes de satélites de observación terrestre. En lugar de datos brutos, solo se transmitirían a la Tierra los resultados de los análisis. La transferencia de estos conjuntos de datos más pequeños sería significativamente más rápida, reduciendo así los tiempos de respuesta ante incendios forestales o inundaciones. Madari cuenta con el respaldo de un fondo de innovación creado por Mohammed bin Rashid Al Maktoum, gobernante del Emirato de Dubái.
La empresa polaca KP Labs e IBM colaboran en un concepto similar al de Madari. En agosto, la empresa estadounidense Axiom Space instaló su propio módulo informático en la Estación Espacial Internacional (EEI). Axiom planea lanzar dos módulos más a la órbita terrestre antes de que finalice el año. En el futuro, la empresa pretende crear una red informática orbital que procese datos tanto para el ejército estadounidense como para una estación espacial comercial.
¿ Escenario futuro realista o "ciencia ficción fantástica"?
Ya está en marcha una especie de carrera informática espacial. Sin embargo, algunos expertos advierten contra las expectativas excesivas a corto plazo.
“Los centros de datos que tenemos actualmente en la Tierra son enormes. Implementar algo similar en el espacio sería una tarea titánica”, afirma Malcolm Macdonald, experto espacial y profesor de la Universidad de Strathclyde en Glasgow, Escocia. Macdonald duda que los centros de datos espaciales puedan ser rentables a corto plazo. Sin embargo, reconoce que esto podría cambiar cuando la Starship de SpaceX —actualmente solo un prototipo— comience sus operaciones regulares.
El investigador espacial Michael Gschweitl, de la ETH de Zúrich, cree que los centros de datos en el espacio son viables. «El desarrollo de computadoras espaciales a pequeña escala ya está muy avanzado, por ejemplo, para analizar datos de satélites de observación terrestre», afirma. Un gran centro de datos con una capacidad de 5 gigavatios, como el que planea Starcloud, es físicamente posible, pero supone un reto de ingeniería mucho mayor. Gschweitl no se atreve a predecir con exactitud cuándo se hará realidad. «Es muy probable, sin embargo, que algo así no lo consiga una pequeña empresa emergente, sino una gran compañía espacial consolidada», concluye el investigador de la ETH.
Fuentes: Visualizaciones; Starcloud , imágenes satelitales de Mesa; imágenes de Google Earth, inspiradas en FT .
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