Australia adjudica contrato de mil millones de dólares a Japón: la industria armamentística alemana, decepcionada

Australia ha tomado su decisión, y Alemania ha quedado una vez más excluida: el constructor naval japonés Mitsubishi Heavy Industries (MHI) ha obtenido el contrato multimillonario para construir nuevas fragatas para la Armada australiana. Esto significa que, tras meses de licitación, Thyssenkrupp Marine Systems (TKMS) ha vuelto a perder un prestigioso contrato de defensa en la región del Indopacífico. Esta es una noticia desalentadora para Berlín, tanto en términos geopolíticos como de política industrial.
Japón se ha adjudicado el proyecto SEA3000, que implica la construcción de once fragatas multipropósito con un valor total aproximado de diez mil millones de dólares australianos (unos 5.600 millones de euros). Tres de los buques se construirán en Japón y ocho en Australia Occidental. El objetivo es reemplazar rápidamente a las antiguas fragatas clase Anzac y cubrir la falta de ellas hasta que las fragatas clase Hunter, de mayor tamaño, entren en servicio en 2032.
"Este es un momento crucial en las relaciones bilaterales entre Australia y Japón", declaró el ministro de Defensa australiano, Richard Marles. Se trata del mayor acuerdo industrial de defensa jamás firmado entre ambos países, y una de las mayores exportaciones de armas de Japón en la historia.
La decisión fue precedida por una intensa campaña publicitaria. Ambos proveedores —TKMS con el modelo alemán MEKO A-200 y MHI con la clase Mogami— destacaron sus respectivas fortalezas. Mientras que la empresa alemana destacó por su experiencia exportadora, una sólida colaboración con la empresa de defensa sueca Saab y la cooperación industrial local, Japón se basó en la innovación tecnológica y el simbolismo político.

Las fragatas Mogami son de última generación. Gracias a esta tecnología, la tripulación requerida se reduce de 120 a aproximadamente 90 personas.
Fuente: IMAGO/ZUMA Wire
Las fragatas Mogami se consideran de vanguardia: cuentan con un Centro de Información de Combate centralizado que automatiza numerosas tareas y reduce la tripulación requerida de 120 a aproximadamente 90, un factor clave para la Armada australiana, que cuenta con escasez de personal. Además, Tokio se ha comprometido a dar a Australia acceso prioritario a los nuevos buques, antes que a su propia armada. Según Marles, está previsto que las primeras fragatas entren en servicio a finales de esta década, lo que supone una ventaja temporal respecto a la solución alemana.
La derrota alemana es sorprendente, sin embargo, dado que TKMS había aprovechado deliberadamente las deficiencias en la oferta japonesa en los últimos meses. La alianza con Saab, proveedor de los sistemas de combate para la mayoría de los buques de guerra australianos, se consideró un golpe táctico: habría permitido a la Armada australiana contar con tecnología probada. La expansión planificada de Saab en Perth también habría asegurado empleos locales, un punto políticamente importante. A pesar de estas ventajas, TKMS no logró imponerse.
Por lo tanto, la decisión es menos una señal tecnológica que geopolítica. «Mantenemos muy buenas relaciones con Alemania», declaró el ex primer ministro australiano Malcolm Turnbull en una sesión informativa con periodistas antes de la decisión, «pero Japón, por supuesto, está en nuestra región». La relación estratégica con Japón es simplemente más estrecha. Ambos países colaboran estrechamente en el marco del Quad, AUKUS y otros formatos multilaterales. Se dice que Estados Unidos, otro aliado, también apoyó la oferta de Japón por este motivo, según información de la cadena australiana ABC .
Los análisis de los observadores políticos también sugieren que Canberra priorizó deliberadamente la lealtad estratégica sobre las sinergias industriales. Los expertos en seguridad Euan Graham y Justin Bassi, del centro de estudios Australian Strategic Policy Institute (ASPI), ya habían advertido que un nuevo rechazo de las ofertas japonesas —como en el fallido acuerdo sobre submarinos de 2016— podría dañar gravemente la confianza bilateral.
"Australia tiene un historial de perjudicar las alianzas internacionales establecidas con decisiones sobre importantes proyectos de defensa", afirmaron Graham y Bassi. La retirada del tratado de submarinos francés en favor del pacto AUKUS con Estados Unidos y Gran Bretaña aún resuena hoy en día. Por lo tanto, los expertos advirtieron que la historia no perdonará un autogol estratégico en esta tensa situación, lo que deja claro que los lazos políticos a largo plazo en el Indopacífico cuentan más que la superioridad tecnológica a corto plazo.

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Para Alemania, sin embargo, el resultado es más que una simple decepción económica: plantea dudas sobre la competitividad internacional de la industria de defensa alemana. En 2016, TKMS ya había perdido un importante contrato australiano para submarinos convencionales. Y esta vez, también, la calidad, la experiencia y la cooperación con Saab fueron insuficientes.
Resulta especialmente lamentable que, si bien Tokio se rigió por una constitución pacifista durante décadas y apenas exportó armas, el panorama ha cambiado radicalmente en los últimos años. La intensificación de la situación geopolítica —con China, Corea del Norte y Rusia como amenazas potenciales en la proximidad— ha puesto fin a la prolongada reticencia de Japón tras la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, con respaldo político, agencias estatales como ATLA y el aumento del gasto en defensa, Tokio ha incursionado cada vez más en los mercados internacionales de armas y, al menos en este caso, se ha superado a sí mismo a pesar de la limitada experiencia exportadora de Alemania.
Para Alemania, la pérdida del contrato es más que una simple oportunidad de exportación perdida: demuestra que en regiones sensibles a la seguridad, no solo importa la tecnología, sino sobre todo la confianza estratégica. Sin un apoyo político claro, parece improbable que se implemente incluso una sólida oferta industrial alemana. Esta percepción también cobra fuerza en Berlín: «La política económica y la de seguridad están inextricablemente ligadas», declaró la ministra de Economía, Katherina Reiche (CDU), durante una reciente visita a la empresa de defensa KNDS en Kassel, y admitió que la industria «quizás haya recibido muy poca atención».
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