Enniskillen, la ciudad construida sobre una isla lacustre

Oscurecida casi toda esa provincia por la gran protagonista, la Calzada del Gigante, Enniskillen recibe pocos turistas. Y no es que le falten atractivos. Dicen los lugareños que solo se puede considerar uno nativo si ha crecido entre los puentes que permiten conectar con el resto del territorio. Porque ahora dos pasarelas –la más antigua, construida en la primera mitad del siglo XIX–, no dejan del todo aislada a la villa.
Enniskillen ha desbordado el territorio de su pequeña isla y barrios nuevos rellenan las orillas cercanas. Pero todavía se ven restos de la hasta hace poco vida insular, con casas tradicionales que debían utilizar pequeñas chalupas para comunicarse con el resto de barrios. Una de ellas, con la escuela donde Oscar Wilde cursó sus estudios de infancia durante siete años.

Una de las calles comerciales principales de Enniskillen
Stephen McKayY es que el lago Erne lo es todo para la ciudad. Para empezar, su monumento más destacado se encuentra lamiendo el agua. Se trata del imponente castillo del siglo XV que originariamente perteneció a la familia Maguire y que resistió el inicial asedio de los ingleses. Sin embargo, a partir del siglo XVII cedió al empuje de los vecinos asaltantes y se convirtió en uno de los llamados “castillos de plantación”, un eufemismo para referirse a la colonización con población procedente de Inglaterra.
Toda la historia de la fortaleza se puede conocer realizando un recorrido autoguiado por el interior, llegando hasta las dos torres que dominan el horizonte de la ciudad: la del homenaje y la Watergate (puerta del agua). Las dos atalayas de planta redonda se reflejan en las tranquilas aguas del lago Erne, y suelen ser el punto de inicio para un recorrido que todavía depara algunas sorpresas.

En la parte inferior del lago Erne se encuentra la isla Devenish, con las ruinas de un antiguo monasterio
Getty Images/iStockphotoSi no se posee embarcación propia, hay varias empresas de taxis acuáticos que se prestan a pequeños viajes por el Erne. Son muy convenientes porque sus pilotos son buenos conocedores de la zona. Explican la historia de la ciudad y del lago, saben dónde se afincan las aves (de hecho, varias familias de elegantes cisnes decoran permanentemente la lámina de agua), de manera que ir con prismáticos y guía de campo no será mala idea.
Bajo los habitualmente encapotados cielos de Irlanda del Norte, el viaje por las aguas del lago Erne resulta relajante. Pero hay un momento excepcional, cuando la proa de la barca enfila hacia la pequeña isla Devenish. En el horizonte de una tierra ligeramente abombada, destacan las ruinas de un monasterio agustino. La comunidad tuvo gran importancia desde el siglo XII, y en realidad vino a ocupar las tierras de la originaria parroquia de San Molise, de la que ya se tiene constancia que fue atacada por los vikingos en el año 837.
Lee tambiénAun con los asaltos de los saqueadores escandinavos, la torre de vigía, enhiesta y perfectamente conservada, inasaltable por su puerta situada a varios metros del suelo, sigue incólume. Hoy marca la silueta de la isla Devenish, en la que quedan las ruinas del cementerio y las estancias monacales en diferentes estados de conservación.
El paseo por Devenish aparece cargado de historia, es un lugar solitario y extraño. Además, las vistas de las cercanas montañas de Donegal, ya en la República de Irlanda, son sensacionales. Al regresar a Enniskillen, vale la pena remontar las calles que conducen a un centro urbano pequeño, pero con mucho tipismo, bien surtido de comercios y los inevitables pubs en los que entablar conversación es cuestión de minutos.
Cómo llegarEnniskillen está bien comunicada con Londonderry, la segunda ciudad de Irlanda del Norte. Se halla a tan solo 90 kilómetros, aunque las estrechas carreteras irlandesas reclaman por lo menos una hora y media de viaje.
lavanguardia