Más de 400.000 estudiantes extranjeros en Francia: la universidad, una vía de oro para la inmigración; el 53% proceden del continente africano

El abuso del derecho de asilo ya no es la vía preferida para los solicitantes de inmigración a Francia. Desde 2022, los estudios se han convertido en el principal motivo para conceder permisos de residencia iniciales en nuestro país. Esto es resultado de la estrategia "Bienvenidos a Francia", anunciada con bombos y platillos por Édouard Philippe a finales de 2019. "Al acoger a los estudiantes más brillantes y meritorios, ya sean de Pekín o de Kinshasa, ya estudien inteligencia artificial o lingüística medieval, seremos mucho más fuertes", declaró entonces con entusiasmo el primer ministro. "Los estudiantes indios, rusos y chinos serán más numerosos, y así debe ser", predijo Emmanuel Macron. El gobierno fijó entonces el objetivo de "500.000 estudiantes extranjeros para 2027". Desde esta perspectiva, "Bienvenidos a Francia" es un éxito rotundo: cinco años después de su lanzamiento, su número ha aumentado un 17%, alcanzando los 419.694 en 2023 y 2024, lo que representa el 14% de la población estudiantil de nuestro país. De ellos, 99.821 ya residían en Francia antes de empezar sus estudios universitarios. Sin embargo, el año pasado se concedieron 110.633 nuevos permisos de residencia por motivos de estudiante, lo que representa un tercio de todos los permisos de residencia por primera vez. Esto representa un aumento del 70% en diez años.
Estas cifras aparecen en el informe del Observatorio de Inmigración y Demografía, que la revista Le Figaro fue la primera en recibir. Nicolas Pouvreau-Monti, director del OID, quiso ir mucho más allá de estas estadísticas halagadoras. Su estudio, de una precisión sin precedentes, revela quiénes se benefician realmente de este "atractivo" tan pregonado por Emmanuel Macron: "Bienvenue en France" es la versión estudiantil de la operación "Choose France", que lanzó en 2017 y en la que sigue participando personalmente. Los indios, rusos y chinos, con cuya llegada masiva fantaseaba el presidente, están lejos de constituir la mayor parte del contingente de estudiantes extranjeros en Francia. "El continente africano es el mayor emisor y también el que registra el mayor crecimiento de solicitantes", revela el OID. En concreto, el 28 % de los estudiantes internacionales en Francia provienen del norte de África y Oriente Medio (principalmente Líbano) y el 25 % del África subsahariana. Si bien los recién llegados registrados en 2023 son de 149 nacionalidades diferentes, el crecimiento de los flujos está impulsado principalmente por el continente africano: 6 de cada 10 extranjeros que obtuvieron un primer permiso de residencia por motivos de estudiante son originarios de África o de Oriente Medio.
Solo la matrícula procedente del África subsahariana ha aumentado un 34 % en cinco años, el doble de rápido que la media de otros países. Como resultado, el 53 % de los estudiantes extranjeros proceden actualmente del continente africano, el Magreb o Oriente Medio. Esta situación es específica de nuestro país, ya que Francia acoge principalmente a marroquíes y argelinos, mientras que el principal país de origen de estudiantes extranjeros en la OCDE es China y el segundo, India. Solo Francia acoge al 45 % de los estudiantes subsaharianos que vienen a estudiar a Europa. Incluso es su principal destino a nivel mundial. En cuanto a la matrícula de estudiantes extranjeros para el curso académico 2023-2024, Marruecos fue el principal país de origen, seguido de Argelia. China ocupó el tercer puesto, pero con un flujo que descendió un 5 % en cinco años, mientras que el flujo argelino aumentó un 10 % en el mismo período, el de Costa de Marfil un 32 %, el del Líbano un 90 % y el de Benín un 105 %.
Al igual que con la inmigración en general, el contexto político de los países de origen explica en gran medida la magnitud de estas variaciones. La creciente presión de Hezbolá en el Líbano, antes de las operaciones israelíes de septiembre de 2024, y las dificultades económicas en Benín, sumadas al giro autoritario del presidente Patrice Talon, constituyen poderosas razones para la expatriación. Sin embargo, estos factores hacen que la estrategia de inmigración estudiantil "elegida" que reivindica nuestro país sea teórica. Édouard Philippe había prometido una "forma de revolución": "Que nuestro atractivo ya no se base tanto en una educación casi gratuita como en una verdadera elección, un verdadero deseo, el de la excelencia". Se suponía que un sistema de "equidad solidaria" separaría el trigo de la paja al permitir que los estudios fueran remunerados para los extranjeros "que tuvieran amplios recursos para hacerlo", y que "los menos afortunados y los más meritorios de los demás estudiantes fueran bienvenidos" y se les otorgaran becas. ¿Cómo funciona esta selección basada en el mérito? No existe, responde el OID. Peor aún: el Código de Entrada y Residencia de Extranjeros y del Derecho de Asilo, el famoso Ceseda, lo imposibilita al convertir la inmigración estudiantil en un derecho "ejecutable". En resumen, cualquier persona que solicite un visado, de cuatro meses a un año, o un permiso de residencia de estudiante, válido por varios años, tiene derecho a él siempre que esté matriculado en una institución educativa en Francia y disponga de los "medios de subsistencia necesarios", fijados en 615 euros al mes. Una cantidad que el Ceseda ni siquiera exige para las solicitudes iniciales de permiso de residencia. Por no hablar de la acogida incondicional de los estudiantes palestinos que practican ciertas instituciones como Sciences Po Lille.
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