Léa Salamé, o el poder tardío en un mundo demasiado viejo, por Luc Le Vaillant
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La aparición de Léa Salamé en las noticias no sorprende. Es la culminación de su presencia invasiva, acompañada de una habilidad que rara vez falta y una expresión directa que evita los lapsus y las lagunas orales. Sobre todo, Salamé tiene la capacidad de asimilar y reutilizar todo rápidamente, sin hipo ni náuseas. Este apetito generoso es el de una ogresa jubilosa que nunca se vuelve presuntuosa ni burlonamente rencorosa.
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Esta hiperactividad mataría a muchos caballos bajo su mando a fuerza de incitar su ambición si no pasara del percherón periodístico a la evasión entretenida. Se requiere una fisiología particular, la de un atleta de alto nivel, y una psicología compleja, la de un neurótico con un trauma de hierro, para levantarse antes del amanecer y presentar lo que se ha convertido en el primer programa de radio matutino en Francia . Léa Salamé, una multiprofesional descarada, ha ampliado el alcance de sus actividades al convertirse en la maestra de ceremonias de estos programas de todo tipo los sábados por la noche, programas de entrevistas que oscilan entre la macedonia de rostros y el patetismo en la promoción. En ¡Qué época!, del que ha conseguido llevar las riendas el próximo año, Sala...
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