Dejar a mi cofundador fue la mejor decisión empresarial que tomé: esta es la razón

En un reciente viaje de trabajo y sin poder dormir, estaba cambiando de canal cuando me topé con Late Night with Seth Meyers , quien casualmente esa noche estaba entrevistando al expresentador del programa, el legendario Conan O'Brien. Como fan del comediante alto y bobo, dejé de navegar justo a tiempo para escucharlo compartir con Meyers la filosofía que lo guió a lo largo de su increíblemente larga y exitosa carrera:

"Hay una orquesta enorme, hay mucho ruido y yo solo estoy golpeando mi triángulo. ¿Alguien me escucha?", dice O'Brien. "Y esto suena loco, es como una idea budista. Pero si te mantienes fiel a tus creencias y lo haces con un propósito , con el tiempo, solo escucharán el triángulo".

Al escuchar esto, inmediatamente recordé los primeros días de fundar mi empresa, Jotform.

Ahora soy un orgulloso fundador en solitario, pero ese no siempre fue el plan. De hecho, durante años tuve la intención de emprender con un buen amigo. Era 10 años mayor que yo, tenía más experiencia y habíamos hablado sin parar sobre lanzar una empresa juntos . Teníamos un acuerdo verbal: socios al 50%. Sin egos, solo confianza mutua y un sueño compartido.

Pero cuando finalmente llegó el momento de dar el salto, todo cambió. Me contó que alguien le había aconsejado aceptar el 51%. Esa persona siempre debía estar al mando. No era una sugerencia, era un ultimátum.

Ni siquiera lo dudé. Me alejé.

Fue una de las decisiones más difíciles que he tomado como emprendedor. Pero también fue la mejor. Aquí te explico por qué.

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El poder de apegarse a sus principios

Dejar esa sociedad fue duro, no solo como emprendedor, sino como persona. No fue una simple ruptura empresarial; fue el desmoronamiento de una visión compartida, gestada durante años. De repente, me encontré solo, sin un socio en quien apoyarme ni con nadie con quien compartir el peso de lo que estaba a punto de construir.

La creencia popular sostiene que los cofundadores son necesarios para la supervivencia de una startup. Fundar una empresa en solitario es un "voto de censura", escribió el informático y emprendedor Paul Graham en 2006. "Probablemente significa que el fundador no pudo convencer a ninguno de sus amigos para que creara la empresa con él", dijo. "Es bastante alarmante, porque sus amigos son quienes mejor lo conocen".

¡Vaya! La verdad es que no creo que ese consejo fuera tan válido, y con el auge de la automatización y la IA, creo firmemente que necesitas un cofundador menos que nunca. Aun así, lo cierto es que las startups ponen a prueba tu determinación de mil maneras, y los límites que estableces en esos primeros días se convierten en tus cimientos. Si esos cimientos se quiebran, la presión solo empeorará las cosas.

Esa decisión también me enseñó algo esencial: aferrarse a los principios no siempre se siente como una victoria en el momento. De hecho, a menudo se siente como una pérdida de oportunidad, impulso y conexión. Pero con el tiempo, el costo de comprometer lo que uno desea es mucho mayor.

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La ruptura de la sociedad no fue el único desacuerdo que tuvimos mi cofundador y yo. Tampoco coincidíamos en el rumbo que tomaría la empresa. Al planificar nuestro negocio, se hizo evidente que habíamos desarrollado visiones diferentes: él quería ser consultor para otras empresas; yo quería crear algo nuevo. Su visión no me entusiasmaba, y la mía no le entusiasmaba a él. Al final, uno de nosotros habría tenido que hacer concesiones que no nos gustaban.

Así que, a pesar de la depresión que sentí por la disolución de nuestro plan, también sentí alivio. Al fundar una empresa, existen muchas fuerzas que amenazan con descarrilar tu visión. Por eso es tan útil definir tus valores desde el principio: los principios innegociables que forman la base de tu negocio y tu motivación para construirlo. Me gusta el consejo de la coach profesional Irina Cozma, quien escribe en Harvard Business Review que aclarar tus valores requiere esfuerzo consciente y tiempo.

"Dependiendo de tu trayectoria, tus valores podrían mantenerse constantes con el tiempo o cambiar según nuevos eventos e información", escribió Cozma. Reflexiona sobre ti mismo cada año para asegurarte de que lo que una vez fue importante para ti sigue siéndolo. Y si no lo es, no dudes en reevaluarlo.

Conocer mis valores me ha guiado a través de algunos de mis desafíos más complejos, como cómo crecer, cuándo contratar y qué productos desarrollar. Me han mantenido enfocado y alejado de la tentación de inversiones externas u oportunidades que, en última instancia, no beneficiarían a la empresa. Separarme de mi cofundador me dio la oportunidad de establecer lo que importaba desde el principio y se convirtió en la base para construir la empresa que tengo hoy.

Cuando sabes lo que representas, tomar decisiones se vuelve mucho más fácil. Puede que todavía estés tocando tu triángulo en una orquesta ruidosa, pero lo haces con claridad, propósito y la confianza de que, con el tiempo, tu sonido se hará notar.