El señor No de la inmigración

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La lucha contra la inmigración clandestina, a menudo organizada por bandas de contrabandistas u organizaciones criminales, se está convirtiendo en un elemento de cohesión entre los distintos gobiernos europeos, no sólo los de centroderecha, por cierto . El Partido Laborista británico, así como los socialdemócratas daneses y alemanes (en pleno acuerdo con la CDU-CSU en este aspecto) han anunciado en las últimas semanas diversas formas de introducción de regulaciones de inmigración (en Gran Bretaña también sobre la inmigración legal). En esta cuestión, el Partido Demócrata Italiano se limita a buscar errores en el gobierno, insiste en demonizar el centro en Albania y coincide con un primer ministro socialista que expresa su aprecio por Giorgia Meloni de forma incluso embarazosa.

Elly Schlein debe ir más allá de los límites de la propaganda ocasional e ineficaz y encontrar el modo de hacer propuestas serias sobre la lucha contra la inmigración ilegal y sobre cómo se puede perseguir concretamente este objetivo, naturalmente con respeto a los derechos humanos, pero sin concesiones a los traficantes. Si las políticas de la mayoría en este terreno no os convencen, si pensáis que no basta o no es necesario buscar acuerdos bilaterales con los países de donde parten los principales flujos migratorios, debéis indicar otros caminos, hacer otras peticiones, siempre que sean claras y comprensibles. Quedarse en la tierra de nadie de las declaraciones genéricas contra la inmigración ilegal acompañadas del apoyo permanente al sabotaje de algunos sectores de la justicia a las acciones del gobierno, que hoy aparecen alineadas con las de los grandes gobiernos europeos, condena al Partido Demócrata a la irrelevancia, en un tema sobre el cual hay mucha atención en el electorado, especialmente el de las clases más populares. La alternativa se construye sobre propuestas diferentes e incluso divergentes a las de la mayoría actual, pero claras y creíbles. En ausencia de éstos, sólo se ejerce oposición y se está condenado a seguir ejerciendo sólo esta función, que no es precisamente la mejor.

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