Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Mexico

Down Icon

Cómo identificar y prevenir la torsión gástrica en perros

Cómo identificar y prevenir la torsión gástrica en perros

La torsión gástrica, también conocida como dilatación-vólvulo gástrico, es una de las emergencias veterinarias más graves que pueden afectar a los perros. A pesar de los avances en la medicina veterinaria, sigue siendo una amenaza potencialmente mortal, y las estadísticas no son reconfortantes: hasta un 30% de los perros que sufren esta afección no sobreviven, incluso con tratamiento intensivo.

El problema radica en que los síntomas pueden aparecer de forma repentina, y la rapidez con la que se actúe es vital para salvar la vida del animal. Por eso, más allá de conocer qué es la torsión gástrica y sus causas, es fundamental estar alerta a las señales tempranas y, sobre todo, adoptar medidas preventivas que reduzcan el riesgo.

Las señales de alarma

La torsión gástrica ocurre cuando el estómago se llena de gas y gira sobre sí mismo, bloqueando el paso de sangre, cortando la circulación y comprometiendo otros órganos como el bazo y el páncreas. En cuestión de horas, el estado del perro puede deteriorarse de forma crítica. Entre los síntomas más característicos que pueden alertar a los cuidadores destacan:

  • Abdomen distendido o abultado, a menudo tenso al tacto.
  • Intentos fallidos de vomitar o arcadas sin éxito.
  • Babeo excesivo o salivación.
  • Inquietud, nerviosismo y cambio en el comportamiento habitual.
  • Respiración acelerada, debilidad o colapso en casos avanzados.

Ante cualquier combinación de estos signos, la recomendación es acudir de inmediato a un veterinario. La torsión gástrica es una emergencia, y cada minuto cuenta.

Cómo reducir el riesgo de torsión gástrica

Si bien no se puede eliminar por completo el riesgo de que un perro desarrolle torsión gástrica, los estudios veterinarios han identificado una serie de factores de riesgo y medidas que pueden ayudar a reducir las probabilidades de que esta grave enfermedad se presente. Los perros de razas grandes y de pecho profundo, como el gran danés, el dogo argentino, el San Bernardo, el weimaraner o el dóberman, son especialmente vulnerables.

A esto se suman otras variables, como la edad, ya que los perros mayores de siete años tienen mayor riesgo, el sexo, con una incidencia más alta en los machos, y los antecedentes familiares. Los perros que han tenido familiares directos, como padres o hermanos, que han sufrido torsión gástrica, presentan también un riesgo incrementado.

Entre las medidas preventivas más eficaces está la organización de las comidas en varias tomas diarias, en lugar de una sola ración abundante. Esto ayuda a reducir la presión en el estómago y disminuye las posibilidades de acumulación de gases.

También es fundamental evitar que el perro realice ejercicio físico intenso, juegos bruscos o actividades de alta energía inmediatamente antes o después de comer. El uso de comederos diseñados para ralentizar la ingesta puede ser una herramienta útil para perros que comen de forma ansiosa o muy rápida, ya que reduce el riesgo asociado a la velocidad de la comida.

Otro factor importante a tener en cuenta es el manejo del estrés. Los perros que viven situaciones de ansiedad o estrés elevado, o que compiten por la comida en presencia de otros animales, tienen más posibilidades de sufrir una torsión. Por ello, es recomendable establecer rutinas estables en el día a día y, si es necesario, alimentar a los perros en espacios separados para reducir la tensión durante las comidas.

En determinadas razas de alto riesgo, algunos veterinarios aconsejan considerar la realización de una gastropexia preventiva. Esta intervención quirúrgica, que se suele realizar al mismo tiempo que la esterilización, consiste en fijar el estómago a la pared abdominal, lo que reduce significativamente la probabilidad de que pueda girarse en el futuro. Se trata de una medida que debe valorarse individualmente, ya que no está exenta de riesgos, pero que puede ser una opción eficaz en perros con predisposición.

Otros hábitos útiles incluyen ir cambiando la dieta de forma gradual, en un periodo de tres a cinco días, para permitir que el sistema digestivo se adapte sin provocar una acumulación excesiva de gases. También es importante moderar el consumo de agua después de las comidas más abundantes o ejercicio y vigilar la ingesta de alimentos como huesos o piensos ricos en grasas y aceites, que se han relacionado con un mayor riesgo de torsión gástrica.

Aunque no se pueden prevenir todos los casos de torsión, la vigilancia, la atención a los cambios de comportamiento y la consulta periódica con el veterinario son herramientas que nos ayudarán a proteger a los perros frente a esta grave emergencia veterinaria.

20minutos

20minutos

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow