Tesla está en crisis: este es el as que guarda Elon Musk para recuperarse gracias a la IA

¿Qué sucede cuando el mayor defensor de los coches eléctricos decide centrar su atención en la inteligencia artificial y la política? Pues que la que era su empresa más seria se desploma. El primer trimestre de 2025 ha dejado a Tesla contra las cuerdas: ingresos desplomados, beneficios evaporados y una caída bursátil que roza el 41?%. Mientras tanto, Elon Musk parece más preocupado por remodelar el gobierno federal de EE. UU. junto a Donald Trump que por fabricar coches. Tanto, que ya se habla de su salida de Tesla.
Sin embargo, en medio del caos financiero y político, un nuevo foco de luz empieza a brillar. Y no proviene del tablero de mandos de un Model Y, sino del corazón de la red eléctrica en Tennessee, donde un ejército de baterías Tesla Megapack alimenta el superordenador más potente del mundo: Colossus. Un proyecto de xAI que, lejos de ser anecdótico, podría ser la clave de la resurrección de Tesla en una era dominada por la IA.
El hundimiento de Tesla en automoción: más que un bacheEl primer trimestre de 2025 ha sido muy negativo para Tesla. Los ingresos por automóviles cayeron un 20?% respecto al año anterior, hasta los 14.000 millones de dólares. Las ganancias por acción quedaron muy por debajo de las expectativas de Wall Street. Si no fuera por los 595 millones en créditos medioambientales, la empresa habría entrado directamente en pérdidas.
Detrás de estas cifras hay una tormenta perfecta. En primer lugar, las fábricas de Tesla se han paralizado parcialmente para adaptarse al nuevo Model Y, lo que ha reducido la producción. Además, la empresa se ha visto obligada a bajar precios e incentivar las ventas para dar salida a su stock. Por último, las políticas de aranceles impulsadas por Trump están aumentando los costes de fabricación, ya que muchos componentes –como baterías, placas de circuito o cristal para automóviles– dependen de importaciones.
Pero no son solo factores industriales. La imagen pública de Musk, cada vez más polarizada, tampoco ayuda. En marzo fue fotografiado con una gorra que decía "Trump tenía razón en todo" en plena Casa Blanca, apoyando políticas que generan rechazo en buena parte del mercado europeo y estadounidense. A esto se suman sus simpatías con la ultraderecha alemana, que han provocado protestas y boicots a Tesla en varias ciudades europeas.
El lado luminoso: el negocio energético y la oportunidad de la IASin embargo, mientras el motor de los coches eléctricos se gripaba, el de las baterías y la energía se encendía con fuerza. Los ingresos de la división de energía de Tesla crecieron un 67?% interanual, alcanzando los 2.730 millones de dólares. Esta línea de negocio, tradicionalmente secundaria, empieza a cobrar un protagonismo inesperado en la nueva economía de la IA.
La razón está en la gigantesca demanda energética que genera la inteligencia artificial. Centros de datos, entrenamiento de modelos, procesamiento constante… La infraestructura de IA necesita estabilidad, capacidad y resiliencia. Y ahí entra en juego la joya tecnológica de Tesla: sus Megapacks, sistemas de almacenamiento de energía capaces de amortiguar picos de consumo, estabilizar la red y almacenar electricidad para momentos críticos.
Un caso concreto y revelador es el proyecto Colossus de xAI en Memphis. Allí, el superordenador más grande del mundo –dedicado a entrenar modelos como Grok y dar servicio a X (antes Twitter)– está alimentado por 150 MW de baterías Tesla. Esta alianza entre las empresas de Musk no solo asegura la operación continua de Colossus, sino que abre la puerta a ingresos colaterales, como la venta de electricidad en momentos de alta demanda o la participación en programas de respuesta energética como el de MLGW.
Más allá del automóvil: ¿Puede Tesla transformarse en una energética y tecnológica?El movimiento estratégico de conectar su negocio de almacenamiento con la expansión de la IA puede cambiar el destino de Tesla. Ya no hablamos de una simple empresa de automóviles eléctricos, sino de una potencial utility digital. En un contexto donde la demanda energética de los grandes modelos de IA crece exponencialmente, contar con la infraestructura para alimentarlos se convierte en una ventaja crítica.
Tesla, con su experiencia en baterías y sistemas de energía renovable, está bien posicionada para captar esta ola. Además, la posibilidad de vender energía a la red en momentos clave puede generar ingresos estables y predecibles, algo especialmente valioso en una empresa que hoy padece volatilidad en su negocio principal.
No se trata solo de alimentar centros de datos. Musk ha insinuado que sus baterías podrían convertirse en nodos de almacenamiento distribuidos que participen activamente en mercados energéticos locales. Si esto se cumple, Tesla no dependería exclusivamente de vender coches, sino que podría diversificar sus ingresos gracias al "backstage" de la IA.
La política como espada de doble filoLa implicación política de Musk es una constante fuente de fricción. Mientras algunas decisiones de Trump –como las posibles subvenciones a la IA o las políticas arancelarias favorables a ciertos productos americanos– podrían beneficiar indirectamente a Tesla, el coste reputacional y comercial de aliarse tan claramente con una figura divisiva puede ser enorme.
Mercados como el europeo, cada vez más atentos a los valores corporativos, no ven con buenos ojos los coqueteos con la ultraderecha. Las protestas contra Tesla en Alemania y Francia no son hechos aislados. Además, su presencia reducida en el mercado chino –clave para la automoción eléctrica– se ve aún más amenazada por esta deriva ideológica.
eleconomista