¿Quién quiere casarse con Sánchez?

Jordi Turull se reunió en la Moncloa por primera vez con Pedro Sánchez el martes, pero era la tercera vez que el secretario general de Junts estaba allí desde que los siete diputados posconvergentes apuntalan al Gobierno. En enero del año pasado, con la convalidación de los primeros decretos anticrisis en juego, la negociación llevó a Turull a la Moncloa junto a Míriam Nogueras y Albert Batet. La vicepresidenta María Jesús Montero, Félix Bolaños y Santos Cerdán estaban al otro lado de una mesa por la que pasó algún plato de jamón en un receso de la cita nocturna. De allí salió el acuerdo para la transferencia de las competencias en inmigración a la Generalitat. “No tocaba esa carpeta, pero se sacó del cajón de Ginebra”. En el partido de Carles Puigdemont atribuyeron el mérito a Cerdán. “A veces encuentras interlocutores con quienes puedes hablar de forma honesta”, reconoció Turull. “No tiró la toalla”.
Lo mismo que Cerdán unió es lo que hoy provoca la crisis entre Sánchez y sus socios. El presidente ha ganado tiempo con los grupos parlamentarios que lo sustentan a la espera de que José Luis Ábalos, Koldo García y Cerdán declaren ante el juez del Tribunal Supremo, pero rechazan las fotos que antes se disputaban y el tono “va subiendo”, admiten en el Gobierno. Ni Junts ni ERC serán los primeros en abandonar la mayoría, aunque vayan dejando recados en una votación por aquí y otra por allí, como el PNV.
El expresident Carles Puigdemont
Àlex GarciaEn Junts han optado por no precipitarse y “medir los tiempos”, a pesar de que entre la militancia resuenan hoy más los mensajes que instan a una ruptura. Que Turull y Nogueras fueran los primeros en pasar por la Moncloa les reconoce como socio de referencia en el peor momento. La credibilidad del Gobierno es “nula”, dicen; la interlocución con los ministros, compleja, y los acuerdos pendientes no dependen solo de Sánchez así que los de Puigdemont –en silencio– van “al día”.
En ERC también se han impuesto “pies de plomo”. Estudian al detalle todos los informes de la UCO por si algún movimiento traspasa su línea roja: que la trama señale al presidente o al PSOE. “Mientras no haya un jaque mate sobre Sánchez, hay partida”, señalan, para llegar lo más lejos posible en sus acuerdos con el Gobierno. Tras lanzar la filial de Renfe que gestionará Rodalies en Catalunya, ERC señala ahora a Montero como principal obstáculo en la negociación de la financiación por su doble papel de responsable de Hacienda y candidata en Andalucía.
Un animal herido es “imprevisible”, alertan en Junts y ERC sobre el presidentePero el intento de los independentistas de desligar el caso Koldo y sus pactos es una quimera. El presidente no controla la agenda ni el calendario. La sentencia del Tribunal Constitucional sobre la amnistía se mezclará con las declaraciones de los imputados por corrupción. No puede ofrecer certezas sobre el alcance de la trama, y la imagen de la Guardia Civil entrando en Ferraz inflige una herida que supurará sin cesar. En Junts lo saben.
Sánchez está “muy tocado” y un animal herido es “imprevisible”, alertan los socios. Comete errores insólitos en sus formas: el caso no es una “anécdota”, una expresión tan desafortunada como referirse sin cesar al PSOE como organización, justo cuando Cerdán y Ábalos son investigados por organización criminal. Hasta ha dado por hecho un gobierno PP-Vox si convoca elecciones.
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La insistencia de Sánchez en que acabará la legislatura no es más que un mensaje que “nadie se cree”, dicen los independentistas. “Esperamos cualquier cosa”. Por menos convocó las elecciones en febrero del 2019. ERC y el PDECat tumbaron los presupuestos en pleno juicio del procés y Sánchez puso rumbo a las urnas. Hoy las opciones de supervivencia electoral son escasas. Él mismo admite que la confianza en su persona está tocada, así que, en medio de la psicosis socialista, busca apuntalar su autoridad con perfiles como el de Salvador Illa.
El paso del president por la Moncloa es significativo. Otra cosa es si el poder del PSC es suficiente para resistir con o sin urnas. Las victorias de los socialistas catalanes son una garantía, pero fueron insuficientes para cauterizar la sangría del PSOE de 1996, en pleno vendaval de corruptelas ligadas al Gobierno de Felipe González. ¿Quién quiere casarse hoy con Sánchez? La actual alianza sólo se sustenta por que una mayoría de la derecha condena a los independentistas al desierto y al PSOE, a algo más.
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