'Sabía tragar': sexo en vivo y silla erótica... Lo que vi en una fiesta para mayores de 18 años

Con una máscara de unicornio y un traje de cuero blanco, Heitor saluda a la multitud en la escalera del club. A sus casi 60 años, el rey del fisting se toma fotos con cada persona que disfruta de la fiesta. "Les doy la bienvenida a todos a todas las fiestas; la gente espera saber qué llevaré puesto", admite.
Hot Thermas es un espacio encantador y decadente que, con numerosas ampliaciones, cuenta con dos saunas, un laberinto de cabinas, un agujero glorioso, una sala de cine y un montón de sofás rojos tapizados en cuero. En uno de ellos, una mujer estaba a gatas mientras su novio, un nerd peludo, le daba una paliza en su enorme trasero, sin mostrar más reacción que morderse el labio cada vez que ella gemía.
Arriba, dos mujeres se masturbaban. Cuando entré y me senté junto a ellas para observarlas, me dijeron amablemente "buenas noches" y continuaron divirtiéndose. Mientras la mujer pasiva estaba sentada, sin bragas, la mujer activa se masturbaba con la lengua y los dedos.
Los dejé disfrutar del momento y decidí echar un vistazo a la planta baja. Heitor, que ya se había marchado de la recepción, me dijo que su espectáculo estaba a punto de empezar. Sería la actuación del taller que había tenido lugar antes: un fisting en vivo para que lo viera todo el grupo.
Lo que más me impresionó de esta escena fetichista fue precisamente su carácter performativo. Mientras preparaban el escenario para el fisting, una joven despampanante llevaba a su hombre de la correa. Me resultó excitante ver a este hombre musculoso, de casi 1,93 m, vestido con un body de rejilla, tacones altos, una falda de vinilo y una peluca rubia corta, siendo llevado por su amante a tomar una copa.
Guto, un joven delgado, estaba dentro de una jaula de hierro con suspensorio de cuero y arnés. Heitor, sin máscara, le acariciaba el cuerpo entre los barrotes. Al abrir la jaula, le ordenó a Guto que le lamiera los testículos.
uol